Luis Duarte. Serie obras de artistas: Gladys Meneses. Caracas, 2015
A mis amigos Julián, José e Iramay,
pequeñas cositas ustedes saben...
Joanán es un tipo, así, de esos que si se quiere es extraño. Un cierto día me lo encontré en la calle, no sé por cual razón, nos pusimos a conversar de Galia... Galia Fuenmayor.
Galia Fuenmayor era flaca, alta y si se quiere bonita. En realidad no lo era tanto, o por lo menos a mi, no me lo parecía. Bueno, pero tenía un cierto aire extraño y tal vez, lo que más me llamaba la atención en ella, eran sus ojos, que parecían de borrego triste. Tiene el pelo revuelto como macarrones o tallarines y una cara un tanto infantil y adulta al mismo tiempo...
Lo cierto es que Joanán... "yo la quiero mucho", eso fue lo que me dijo. Hablamos de Galia, mientras caminábamos por las inmediaciones del boulevard, a eso las 7 de la noche.
Joanán es extremadamente flaco y alto. Tiene una figura de muchacho crecido y estirado antes de tiempo. En parte es lo que lo hace algo extraño. En realidad nada más, con excepción de sus crisis nerviosas.
Caminamos todo el boulevard y me contó, todo el tiempo, sobre Galia, quiero decir, cosas de ella. ¡Era una obsesión! Al parecer, habían tenido una pelea de pareja. Estaba muy abrumado por lo ocurrido entre ellos.
Una que otra vez nos deteníamos a mirar las tiendas, cerradas a estas horas de la noche. Discos, libros, ropa, zapatos, todo para la "gente con clase", es decir, con mucho dinero en los bolsillos y en las chequeras. Pero a Joanán no le preocupaba eso... Lo único que pasaba por su mente, era Galia. "No hallo como quitármela de la cabeza" me decía a cada paso. "Sabes, se va para Oriente, para Casanay. No la veré más. me dijo que me olvidara de todo. Que había sido muy bonito, pero no...". Se quedó en silencio un momento, como para no llorar y luego dijo... "No quiero seguir hablando del asunto".
"Está bien te comprendo", le dije e intenté cambiar la conversación, pero no se pudo. "Son cosas que hay que afrontar - le dije - una vez me pasó algo similar - dije como para alentarle - son cosas que pasan". "Si son cosas que pasan". "Sí son cosas que pasan..." dijo en un tono de resignación, "pero como hace uno, son cosas que duelen".
"Está bien, Joanán, te entiendo pero uno no puede echarse a morir por una mujer así por así. Piensa que la vida da muchas vueltas y el mundo también". le dije. "Cierto Miguel, la vida da muchas vueltas, pero..." hizo una pausa y mirando con nostalgia agregó "... una cosa es la vida y otras ellas, aunque sean parte de la vida". Le miré y sonreí, me causó gracia. "Mira Joanán, ellas son muy interesantes y lo importante es saberse tratar" dije y continué, "ambos miembros de una pareja tienen su responsabilidad. Pero es importante una cosa, la comprensión y la comunicación. Sin eso nada funciona". Dijo, "sabes una cosa Miguel, tienes razón".
Pasamos por una tienda, donde una eterna muñeca monta bicicleta de hacer ejercicios, está detenida. Esa muñeca, desde largo tiempo, la sé allí. Creo que antes de la construcción del boulevard. Miramos, no recuerdo por cuál razón, algo y hasta hubo un comentario que tampoco recuerdo. Pero bueno, son cosas de cosas. Seguimos caminando hacia la noche.
La vi sentada con él, no supe como se llamaba, hasta mucho después. Su nombre era Jesús, según tengo entendido. Isabel lo comentó alguna vez.
Isabel tiene pelo abundante y alborotado como un kilo de estopa, pero le luce bastante bien. Es una chica agradable, a pesar de todo, al principio cae un poco pedante porque es "refistolera" como dicen en la farándula. Pero yo diría que con mentalidad de pequeño burguesa, que ahora se ha dado por llamar "sifrina" y de allí lo de "sifrinismo". Bueno pero en fin, debe ser porque me acostumbré demasiado al ambiente del barrio, donde viví por mucho tiempo, pero eso no viene al caso. Yo sé que a pesar de eso, uno no escapa de la mentalidad "pequebú", para recordar a Benedetti.
Isabel estaba sentada al lado de Jesús, estaban escuchándole hablar, pero más que escuchándole, estaba en otra parte (quiero decir su mente). Tenía los pies sobre el banco de cemento en la Plaza Brión. Sus piernas entrelazadas por sus brazos. Jesús tenía las piernas extendidas al frente del banco y estaba apoyado su cuerpoo sobre sus brazos echados hacia atrás.
Luego de aquel día la había visto otras veces con él. Pero a mi en realidad nunca me importó, pero no sé porque me llamó la atención. Creo que fue porque...
Caminamos un rato más, Joanán quería descansar, pero no había un sitio apropiado. Le dije... "podemos tomarnos algo", pero me dijo "no tengo ganas". Así que seguimos caminando. Reanudamos la conversación anterior, cuyo tema central era Galia. Entre uno y otro tema que hablábamos, así no lo quisiéramos, Galia era el tema principal de nuestra conversación, ¡era inevitable!
Pero era que en realidad Joanán estaba muy mal con lo ocurrido entre ellos. Tal vez sus crisis nerviosas contribuían a que se viera de ese modo... Parecía un cuerpo andante, sin voluntad propia, un somnámbulo.
... sabía lo de Iscario, mi querido compañero. Él está enamorado de Isabel. Pero esa es otra relación que no logro comprender del todo. Parece que ambos se gustan, pero no se deciden a comenzar o a terminar de ponerse de acuerdo. Son como los imanes se atraen y se repelen. "Esos dos si que son pendejos" le digo a Rosaura, "... no se deciden a hablarse claro y raspado de una vez, aunque los dos lo saben".
Isabel Cardonal es así, en el fondo tímida, aunque aparente otra cosa. a pesar de sus ropaje de extrovertida y de su pelo alborotado como un kilo de estopa, en el fondo es tímida y eso lo sé porque bueno..., pero tal vez no lo sepa Iscario, a pesar de conocerla. Pero él también es medio tímidón.
"Galia es un ensueño, me tiene mal" me dice Joanán. "cuando la conocí, sentí una cosa extraña. Algo me decía que llegaríamos a tener un romance pleno. Sí, Miguel, ella ha significado mucho en mi vida. Sabes, al principio todo fue muy bello, me acuerdo que...
Realmente no sé si entre Isabel y Jesús hay algo. Nunca me ha gustado especular sobre cosas así. Pero pensando un poco en Iscario, creo que me supuse cosas. en realidad no, solo me cruzó por la mente, que la actitud tan extraña de Isabel en estos días se debía a él (me refiero a su presencia). Pensé que Isabel, tal vez, estaba enamorada de Jesús, cosa que no me consta y también un poco porque pensaba en Iscario. Lo cierto es que Isabel nunca se dio cuenta...
... cuando nos conocimos ella era dulce y tierna, creo que nunca ha dejado de serlo, pero entre nosotros las cosas cambiaron. Creo que fue..., porque cuando ella no se sentía a gusto estando conmigo... tú sabes, en esos días cuando uno no quiere ver a nadie..., pero fue culpa mía, sí porque yo me hice ideas, esas ideas que uno se hace: TIENE A OTRO".
"Bueno tal vez nos faltó eso que tú dices, el diálogo. Conversar y aclarar las cosas a tiempo. Pero me atacó la duda y me consumió poco a poco, es terrible. ¡Terrible! A veces esas frases son melodramáticas, pero en este momento me expresan bien... es lo que siento, aquí".
... que yo pasé enfrente de ella. Estaba tan abstraída que no quise saludarla. tuve la intención por un momento, pero no, me contuve y pasé por sus narices como si no la conociera. Solamente la miré y a él, Jesús, me vio pero creo no se haya fijado en ello. Seguí, tomé el carrito y me quedé pensando en eso, no sé porqué.
Si, Miguel, es cierto esto te sonará cursi, pero es así." Llegamos al final del boulevard y tomamos la calle que conduce a la Avenida Casanova, en vez de seguir hasta el final del boulevard, es decir hacía la Plaza Brión. Joanán tomó el carrito que lo conduciría hasta su casa, luego de despedirnos. Me metí por un pequeño paso de peatones - desviación producto de la construcción del Metro, en el lugar - que conducía a la Plaza Brión y al final del boulevard; bueno al principio si voy en sentido opuesto. La ciudad ha cambiado mucho, sobre todo desde las construcciones de "la gran solución para...
Fue después de dejar a Joanán que vi a Isabel y Jesús, mientras hablaban en el banco de la Plaza Brión. Y fue en ese día que Miguel Alcántara, se dio cuenta de la terrible verdad...
... la ciudad", en ella conviven vestigios de todos los tiempos a su paso. Ella, la ciudad, es un mosaico de una arquitectura de techos rojos, pasando por los edificios de bajo tamaño, los de alto tamaño hasta las dos inmensas torres de vidrio como espejos que encandilan con el sol. Es un confluir de cubos negros, todo tipo de figuras geométricas... cubos, paralelepípedos, prismas hexagonales, o angulóides, ovaloides, rombos, romboides, etcétera, etcétera, etc. ..., etc. ..., etc. ..., etc. etc. ..., etc. ..., etc. ... y demás etcéteras que le pueda ocurrir.
Es una ciudad de esas comunes y corrientes, que se consiguen en cualquier parte del mundo o de los mundos. Ella (la ciudad) ha tenido su historia como cualquier otra y de aquellos tiempos "heroicos" de su fundación, los tiempos de aldea, los de los techos rojos con su supuesto estado de paz, sosiego, tranquilidad y reposo. Desde "aquellos tiempos" hasta el vertiginosos rápido afanoso acelerado violento industrioso angustioso inquieto desesperado repetitivo imperativo desordenado desocupado despreocupado ocupado áspero cruel injusto agotador c a n s a d o . . . etc... etc... etc... etc... y demás etc.. etc... de la metrópolis en que vivimos... sono muchas cosas.
Bueno en fin, de esta metrópolis que corre corre corre, de tráfico, de gente apurada, donde no hay tiempo, espacio ni lugar para nada y casi para nadie, en fin como ya dije antes... Ah, perdón, se me había olvidado pero, que era... vamos a ver, vamos a ver... ¡ah! ya recordé, Miguel Alcántara.
Bueno pero por falta de tiempo, de espacio y de lugar, otro día les diré lo que pasó con él. Bueno ya está bueno, hasta luego. Colgó el teléfono y se fue a la cama. Mañana será otro día de rutina y se levantaría temprano "para ir a trabajar" como dice la canción. Bueno y... Haaaah... hasta mañana. Yo también tengo que levantarme temprano. Clin. ZZZZZZZzzzzzzzzzzzz......
Siul M. Ducas
Caracas.
Nov. 28. 1986