En los orígenes de la vida ya estaba presente - hasta es él el origen de la vida -; vio como se formó todo. Todos los elementos terrestres son su propia imitación. ¡Quién no lo puede ver! Todo el tiempo es fiel compañero del día, durante la noche, no abandona el mundo, su otro yo, su compañera nos ilumina.
Los primeros hombres y mujeres llegaron a adorarlo, se dieron cuenta de que era su creador. El omnipotente, deslumbrantes y fecundo. Supieron que sus vidas procedían de él. Su fuerza radiante dominó todo. Todos le debemos lealtad y vida. Decía el gran Ahcocariv, sacerdote supremo de los Nicas, quienes eran una raza fuerte y poderosa de guerreros por poseer la vitalidad de su Dios-Padre: El Sol. El gran Ahcocariv, como era la tradición, contaba a los jóvenes guerreros la historia de la creación de su pueblo. Continúa diciendo a los jóvenes: Estuvo en los principios, el gran Padre-Sol y su compañera Luna, la gran madre, pareja de nuestros orígenes. El gran Arochinaca, mi antecesor. me encomendó la tarea de conservar esto y transmitir a nuestra descendencia, los libros sagrados de nuestra historia pasada. Anteriormente fue tradición oral de generación en generación. Y fue Macorivacá, quien recogió el gráfico de nuestra sagrada vida pasada.
Los jóvenes oían con atención, entre ellos estaba el elegido para sustituir a Ahcocariv, en sus tarea de conservar la tradición. Continúo Ahcocariv expresando a los jóvenes: Entre ustedes guerreros está mi sucesor. Deberá ser temerario, audaz y vigoroso, como el mismo Padre-Dios. Todos sin embargo, conocerán nuestra vida pasada y nuestros orígenes. Fue en el principio, el gran Padre-Dios: El Sol y su compañera, la gran Madre-Diosa: La Luna, que forjaron nuestra férrea estirpe. El Dios-Padre solidificó la gran hermana Tierra y disipó a sus hermanos Cielo y Mar. todos los elementos son imitación del Dios-Padre. El vasto mundo dio frutos y así nacieron los hermanos animales, plantas y aves, que volaron por los cielos. El Dios-Padre y su compañera Luna, marcharon al horizonte y se separaron. Entonces el Dios-Padre en las alturas metamorfoseado reinó el día y su compañera Luna metamorfoseada reinó la noche. El mundo estaba hecho, pero no bastaba.
Miraba el Dios-Padre faltaba el dominio de unos seres tan poderosos como él mismo Dios-Padre, para él estar tranquilo en su reino del día. Por esos tomó el Dios-Padre del mundo: tierra, agua y aire, y con su energía sopló del fuego divino, y dio vida a los seres de nuestra raza para que reináramos sobre los elementos de la hermana tierra y del mundo a nuestro alrededor. Y también allí en la tierra y el agua, y los aires reináramos en armonía como lo hicieron nuestros antepasados.
A los primeros seres, nuestros antepasados. Los hizo en pareja, para darle vida a todo los otros. La pareja es la vida de nuestras generaciones posteriores y de las anteriores. Los hizo iguales para estar en el mundo. de allí descendemos, de las parejas que recibieron la llama divina. De allí, nosotros los hijos del Sol y de la Luna, somos los herederos de nuestros antepasados y su legado. El cual estamos llamados a conservar y creer en nuestra viva tradición. Yo he cumplido mi parte, ahora ustedes deberán hacer la suya... costumbre de nuestro pueblo.
El anciano hizo silencio, los jóvenes se levantaron, tomaron sus armas de guerra y salieron al combate contra el invasor de sus tierras y al combate. sabían lo que tenían que hacer. Cumplirían con la tradición de su pueblo y demostrarían que eran los hijos del Sol.
Siul M. Ducas
(Mar. 12. 1986)
Los primeros hombres y mujeres llegaron a adorarlo, se dieron cuenta de que era su creador. El omnipotente, deslumbrantes y fecundo. Supieron que sus vidas procedían de él. Su fuerza radiante dominó todo. Todos le debemos lealtad y vida. Decía el gran Ahcocariv, sacerdote supremo de los Nicas, quienes eran una raza fuerte y poderosa de guerreros por poseer la vitalidad de su Dios-Padre: El Sol. El gran Ahcocariv, como era la tradición, contaba a los jóvenes guerreros la historia de la creación de su pueblo. Continúa diciendo a los jóvenes: Estuvo en los principios, el gran Padre-Sol y su compañera Luna, la gran madre, pareja de nuestros orígenes. El gran Arochinaca, mi antecesor. me encomendó la tarea de conservar esto y transmitir a nuestra descendencia, los libros sagrados de nuestra historia pasada. Anteriormente fue tradición oral de generación en generación. Y fue Macorivacá, quien recogió el gráfico de nuestra sagrada vida pasada.
Los jóvenes oían con atención, entre ellos estaba el elegido para sustituir a Ahcocariv, en sus tarea de conservar la tradición. Continúo Ahcocariv expresando a los jóvenes: Entre ustedes guerreros está mi sucesor. Deberá ser temerario, audaz y vigoroso, como el mismo Padre-Dios. Todos sin embargo, conocerán nuestra vida pasada y nuestros orígenes. Fue en el principio, el gran Padre-Dios: El Sol y su compañera, la gran Madre-Diosa: La Luna, que forjaron nuestra férrea estirpe. El Dios-Padre solidificó la gran hermana Tierra y disipó a sus hermanos Cielo y Mar. todos los elementos son imitación del Dios-Padre. El vasto mundo dio frutos y así nacieron los hermanos animales, plantas y aves, que volaron por los cielos. El Dios-Padre y su compañera Luna, marcharon al horizonte y se separaron. Entonces el Dios-Padre en las alturas metamorfoseado reinó el día y su compañera Luna metamorfoseada reinó la noche. El mundo estaba hecho, pero no bastaba.
Miraba el Dios-Padre faltaba el dominio de unos seres tan poderosos como él mismo Dios-Padre, para él estar tranquilo en su reino del día. Por esos tomó el Dios-Padre del mundo: tierra, agua y aire, y con su energía sopló del fuego divino, y dio vida a los seres de nuestra raza para que reináramos sobre los elementos de la hermana tierra y del mundo a nuestro alrededor. Y también allí en la tierra y el agua, y los aires reináramos en armonía como lo hicieron nuestros antepasados.
A los primeros seres, nuestros antepasados. Los hizo en pareja, para darle vida a todo los otros. La pareja es la vida de nuestras generaciones posteriores y de las anteriores. Los hizo iguales para estar en el mundo. de allí descendemos, de las parejas que recibieron la llama divina. De allí, nosotros los hijos del Sol y de la Luna, somos los herederos de nuestros antepasados y su legado. El cual estamos llamados a conservar y creer en nuestra viva tradición. Yo he cumplido mi parte, ahora ustedes deberán hacer la suya... costumbre de nuestro pueblo.
El anciano hizo silencio, los jóvenes se levantaron, tomaron sus armas de guerra y salieron al combate contra el invasor de sus tierras y al combate. sabían lo que tenían que hacer. Cumplirían con la tradición de su pueblo y demostrarían que eran los hijos del Sol.
Siul M. Ducas
(Mar. 12. 1986)
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